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Fabián Soberón presenta su libro “Mamá” en librería Utopía

Fabián Soberón presenta su libro “Mamá” en librería Utopía

El jueves 24, en la librería Utopía, de Independencia 221, el escritor tucumano Fabián Soberón presentará su último libro “Mamá (Vida breve de Soledad H. Rodríguez)”. Se trata de una novela corta o cuento largo, en un género que ha dado en llamarse “nouvelle”, que es tan antiguo como poco caminado en la literatura santiagueña.

Ha tenido muy buenas críticas de la prensa. El diario tucumano La Gaceta ha publicado una crítica, que firma Jorge Daniel Brahim y que se transcribe a continuación.

 

“Buscarle un género definido a este libro luminoso es tiempo perdido. A priori, todo parece indicar que Mamá es una biografía de la madre del autor, categoría que él mismo se encarga de desmentir: «Esto no es una biografía. Es, apenas, un conjunto incompleto y débil de recuerdos y un tímido homenaje a mi madre». Mamá es un texto híbrido, polivalente, donde conviven con naturalidad la biografía, la autobiografía, la narrativa, la crónica y hasta el ensayo filosófico; y que, además, puede (¡debe!) ser leído como un alegato enfático, apasionado, sobre la fugacidad de la vida.

“Discurrir sus páginas permite apreciar la destreza narrativa de Fabián Soberón para presentarnos, en un juego de espejos, las vidas de su madre y la suya, imbricadas, indivisibles, como un binomio elemental y perfecto.

“Con un lenguaje poético, bello e inusitado, Soberón va armando mosaicos vivos -con escenas cinematográficas, la mayoría- desplegados en 40 módulos. 40 estaciones de un «vía crucis» profano que se inicia en la niñez de Soledad y culmina en una charla escatológica de ambos en el auto, rumbo al dentista. Allí, antes del inicio de ese último diálogo, el autor deja asentada una frase que resume, quizá como ninguna otra, el significado esencial del libro: «En una esquina, paro por el semáforo y veo el reflejo de mi cara en el agua marrón. Pienso que algún día no estaré y que no habrá reflejo en ningún rincón del universo. Pienso que no soy otra cosa que un reflejo fugaz en un charco marrón».

“En Mamá subyace un trasfondo patético, de profundo desasosiego, en donde reverbera la melancolía unamuniana del sentimiento trágico de la vida y en donde las alegrías y los destellos de felicidad (Soledad niña en su bicicleta Brodensen, la infancia del autor en el fondo de su casa, el nacimiento de Bruno) aparecen de manera esporádica, salpicados como oasis, como espejismos en la arena desolada, en medio del desierto existencial del autor.

“El relato de la vida de los padres narrados por sus hijos no es una moda actual; la literatura universal lo abordó desde siempre, salvo que ahora cobró tanta notoriedad que se lo considera un subgénero cuyo emblema más insigne es Mi madre, de Richard Ford, todo un clásico de nuestro tiempo. Cuando finalicé la lectura de Mamá, sentí la tentación inmediata de compararlos. Aunque la prosa de Ford es seca, precisa, quirúrgica y la de Soberón vital, retórica, lírica, sus textos se parecen bastante, ambos coinciden en 79 páginas, ambos están narrados en primera persona, ambos tienen magia. Ambos, a su modo y en su estilo, son perfectos.

 

“Para el final, una curiosidad sintáctica. En toda la obra, el autor no utiliza nunca el punto y coma como signo de puntuación. La justeza de los hiatos, la cadencia de sus inflexiones, las resuelve solamente con el concurso benefactor del freno rígido y seco del punto o con la pausa dúctil y suave de la coma. Arriesgo un dictamen. Soberón es un escritor de contrastes nítidos y potentes: puede llevar el verbo hasta temperaturas cercanas a la ebullición con la misma solvencia con que esgrime una reflexión gélida. Es un narrador caliente o frío, que no parece querer navegar jamás en las aguas tibias de la literatura. El punto y coma es un signo tibio, porque no puede ser tanto como para llegar a ser punto ni tan poco como para devenir en coma; por lo tanto, que el autor no se valga de él refrenda aún más lo antes apuntado y lo deja a salvo de la ira divina: los demiurgos o dioses literarios que suelen vomitar a los escritores tibios, con Fabián Soberón deberán abstenerse.

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