“Santiagueño soy señores // y no niego mi nación // y en la copa del sombrero // llevo chañar y mistol”, dice la copla popula, dando en el clavo de las dos plantas que más identifican a la provincia en todo el mundo.
El Ziziphus mistol, mistol, también es llamado mistol cuaresmillo, sacha mistol, mistol del monte. La etimología dice que procede de mixto ya que el color de su madera ha hecho creer que se trataba de una especie botánica mixta entre el quebracho blanco y el quebracho colorado.
Se trata de un árbol (casi arbusto) de la familia de las Ramnáceas, típico del bosque chaqueño, abundante en Santiago del Estero, el Chaco Austral y las regiones bajas del noroeste y en la región septentrional de Córdoba, además de Perú, Bolivia y Paraguay.
Tiene un tronco que alcanza los 10 ó 15 metros de altura, aunque la mayoría de los ejemplares tiene una altura que varía entre los 4 a 9 metros con un diámetro de 20 a 60 centímetros; corteza lisa, fina, engrosando con la edad.
Del tronco parten abundantes ramas pubescentes, retorcidas, dotadas de rectas y duras espinas, copa globosa, compacta; follaje semiperenne de hojas simples, coriáceas, alternadas, ligeramente pecioladas y ovales con bordes algo dentados; flores se disponen en breves cimas compactas, cáliz 5, corola 5, 5 estambres; frutos drupa esférica castaño rojiza de aproximadamente 10-17 milímetros de diámetro, pulpa pastosa y dulce .
Florece durante la primavera meridional (entre octubre y diciembre) y fructifica en el verano.
La madera es bastante dura, pesada y resistente por lo que es utilizada para hacer mangos y cabos de herramientas, radios de ruedas de carruajes, la tabladura de las partes más resistentes de violines criollos o, en su detrimento, para producir carbón vegetal.
Aparte de los usos ya indicados que se le dan a su madera; el mistol sirve con sus frutos para la alimentación: hasta la segunda mitad del siglo XX era común que en Santiago y Córdoba y en otras provincias del norte, los almaceneros ofrecieran como «yapa» (obsequio extra ) un puñado de frutos de mistol a los niños.
El fruto se come maduro y con él mismo se preparan arropes o una golosina llamada «bolanchao» o gualanchao, tostando y moliendo los frutos del mistol se obtiene un sucedáneo del café llamado «café de mistol» utilizado actualmente en dietética por sus valores nutritivos y por su baja o nula presencia de alcaloides.